ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.
UNERG.2010

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.
ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD.

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001
DERMATÓLOGOS.2001

PLACA DE RECONOCIMIENTO

PLACA DE RECONOCIMIENTO
X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

sábado, 18 de febrero de 2017

EVOCACIÓN DE LA MICROBIOLOGÍA

EVOCACIÓN DE LA MICROBIOLOGÍA
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Jamás olvidaré los laboratorios de Microbiología de nuestra Facultad de Medicina. Aquellos recintos limpios con microscopios, mecheros, tubos de ensayo y colorantes eran un mundo fascinante que se abría ante nuestros ojos para soñar.
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Teníamos clases con las profesoras Valentina  Stefanovna Girich, Liubov Fiodrovna Levina y Ludmila Karpenko. Eran unas mujeres abnegadas, amantes de la docencia, la cual practicaban con mucha mística. Nos enseñaron las partes del microscopio y su manejo. Con ellas aprendimos  como colorear un portaobjeto con algún material para luego observarlo a través del ocular. En placas de Petri vimos crecer colonias de bacterias para sorpresa de nosotros, neófitos del   micromundo, descubierto por Leeuwenhoek y que  debíamos recorrer como parte de nuestra formación médica. Tras varias clases pudimos ver algunos microbios  inmóviles que alguna vez fueron peligrosos, pero que ahora  llenos de colores hermosos, estaban atrapados en un rectángulo de vidrio que extraíamos de unas cajitas de madera.
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El jefe de la cátedra era Vasili  Sylvestrovich Kiktenko, un hombre alto, calvo y  que con su voz gruesa nos daba las clases magistrales. Como casi todos nuestros profesores participó en la Segunda Guerra Mundial, y el Día de la Victoria (Dien Pobiedi, 9 de mayo de 1945) estaba en los combates de Berlín. Era especialista en leptospirosis y miembro del  Comité Taxonómico Internacional para el estudio de esa bacteria. Dirigió una expedición en el Extremo Oriente, donde descubrió un nuevo serotipo de leptospirosis. Publicó más 200 trabajos científicos y 5 libros de textos.
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Kiktenko era el tipo de investigador que arriesgaba su vida para demostrar sus teorías: una vez se autoinoculó  con material infectado con tularemia o fiebre de los conejos para experimentar en carne propia los síntomas del mal. Creo que era un romántico de la medicina experimental porque en varias ocasiones se refirió a Bogdánov, el médico ruso que murió luego de habérsele transfundido sangre de una persona padecía de malaria y tuberculosis. También habló de Pettenkofer, el científico alemán que bebió cultivos de vibriones de cólera para contrariar a Koch.
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Por las tardes podíamos ver en las canchas de la universidad a Kiktenko en traje deportivo blanco, jugando al tenis. Llamaba la atención sus rápidos movimientos con la raqueta con sus más de setenta años.
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En el examen final tomé al azar el cartón con las preguntas. Me entregaron un preparado, el cual debía colocar bajo el microscopio para identificar la bacteria o microbio que contenía. Estaba muy nervioso pero con el primer vistazo a mi lámina tomé confianza y me alegre.
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Me correspondió rendir el examen al propio Kiktenko. Sabíamos que el desarrollo de la evaluación lo definiría el vidrio que estaba en el microscopio. Esa era la primera pregunta. Le dije que veía glóbulos rojos y blancos, y entre ellos estaban unos microbios alargados con flagelos, que creía eran tripanosomas. Es correcto, me dijo; y luego entablamos una conversación que yo consideré especial para conmigo.
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No fue un trato especial para conmigo solamente; de eso me enteré después. En realidad, Kiktenko trataba con mucho respeto y deferencia a todos sus estudiantes, simples párvulos que soñábamos con obtener un título. Él, que había visto izar la bandera roja de su país sobre el humeante y humillado Reichstag, cuyo simbolismo iba más allá del fin de la Gran Guerra Patria. Él, médico que hizo expediciones para indagar y descubrir microbios, que realizó osados experimentos poniendo en riesgo su propia vida. Que era el “profiesor” con los máximos títulos, medallas y condecoraciones. Que tenía muchos libros y artículos publicados. Él, Kiktenko, nos trataba de tú a tú, para darnos confianza, para ayudarnos, para que creyéramos en nosotros  mismos.
Nuestros profesores eran sabios, humildes y magnánimos. Nos dieron una lección para toda la vida.












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