ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

ÁREA DE CIENCIAS DE LA SALUD. MORROS DE SAN JUAN

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.

X PROMOCIÓN DE MÉDICOS CIRUJANOS.
UNERG.2010

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.

PADRINO DE LA PRIMERA PROMOCIÓN. MISIÓN SUCRE.
ACTIVIDAD FÍSICA Y SALUD.

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001

I PROMOCIÓN DE DERMATÓLOGOS.UNERG.2001
DERMATÓLOGOS.2001

PLACA DE RECONOCIMIENTO

PLACA DE RECONOCIMIENTO
X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

AFICHE.X PROMOCIÓN DE MÉDICOS.UNERG.2010

viernes, 24 de febrero de 2017

EVOCACIÓN DE LA FISIOPATOLOGÍA

EVOCACIÓN DE LA FISIOPATOLOGÍA
1
La cátedra fue fundada por Timofei Beslekoev, y a partir de 1970 la dirigía Víctor Alekseivich Frolov: Decano de la Facultad de Medicina y Jefe de la Cátedra de Fisiopatología de la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Rusia   . Doctor en Medicina ( Ph.D. ) y postdoctor en Ciencias médicas ( doctor en Ciencias ) . Presidente de la Asociación de decanos de todas las facultades de medicina de todas las escuelas de medicina, institutos, universidades y academias de Rusia. Recibió el título de Personalidad Emérita de las Ciencias de la Federación Rusa. Miembro de la Academia de Ciencias Naturales de Rusia. Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias de Alemania. Publicó casi 500 trabajos sobre fisiopatología y Cardiología Experimental. Su libro de Fisiopatología era el manual oficial de todas las Escuelas de Medicina de Rusia.
2
En la cátedra se investigaba aspectos funcionales del miocardio a través del estudio de las mitocondrias. Frolov tenía sus propias teorías sobre el surgimiento de las arritmias. Drozdova apoyaba a Frolov en todas sus iniciativas. Tatiana Kazanskaia estaba siempre en el laboratorio montando experimentos. Chibis estudiaba los biorritmos del sol y su relación con la salud. Tolia, siempre en su estudio rodeado de retratos de filósofos, entre los cuales se destacaba el de Hegel, hablaba de la heurística. Repetía que el hombre derrotó las enfermedades infecciosas, pero eso desequilibró la naturaleza provocando el surgimiento de otras enfermedades. Además,  no había necesidad de hacer tantos experimentos porque a través de la filosofía se podía resolver muchos problemas médicos. Frolov a veces lo escuchaba y sonreía.
3
Pero igual lo experimentos con animales continuaban. Ranas, perros y conejos sirvieron para modelar hipertensión, trombos, cirrosis, anemia, etc. Nos guiábamos por un manual de prácticas de fisiopatología, redactado por  el propio Frolov.
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En las paredes del corredor de la cátedra estaban varios retratos, y en lugar destacado el de Selye con un pensamiento del autor del estrés: “Descubrir algo es ver lo que todos ven, pero pensar como nadie ha pensado”.
5
Frolov solía estar en su oficina, leyendo y fumando su pipa. Sus clases magistrales eran simplemente espectaculares: a la hora exacta entraba al anfiteatro, donde resonaba su voz clara  y agradable; y con una   dicción esmerada anunciaba el tema. Hablaba, tiza en mano  haciendo trazos sobre el pizarrón. Sus explicaciones y argumentos eran sencillos pero elegantes y contundentes .Un proceso patológico difícil se iba diluyendo en su madeja hasta hacerse fácil de entender.
6
Iniciaba una clase con una frase impactante:
-“El cáncer está en toda la naturaleza, tanto en el reino animal como en el vegetal. (Luego venía un juego de palabras muy jocoso en ruso):
Incluso, hasta el cáncer (cangrejo) se enferma de cáncer” (даже рак болеет раком)
-La diabetes afecta todos los componentes del metabolismo. Es como un incendio, cuyas llamas llegan a todos los rincones de la casa.
-Todas las enfermedades provienen de los nervios, menos la sífilis que viene de un momento placentero.
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Todo médico debe ser fisiopatólogo, decía Frolov. Hablaba de Pavlov, Mechnikov, y Séchenov. La fisiopatología nació en Rusia, afirmaba. No olvidemos el meollo de esta disciplina: “La fisiopatología es la filosofía de la Medicina”.
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Frolov era el  Secretario General del Partido Comunista de la Universidad, y desde ese cargo político  nos arengaba cuando partíamos a los trabajos estudiantiles (строиотельный отряд) o a las faenas voluntarias (субботник)  para limpiar el campus universitario o las calles de la ciudad, por ejemplo. Hablaba de la moral comunista, de Marx y de Lenin.
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Cuando empezó la Perestroika me acerqué a su oficina, como siempre solía hacerlo para que me orientara.
“Esto de la Perestroika es porque hay cosas que los comunistas no hemos hecho bien”. Eso me dijo.
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Luego del derrumbe de la URSS le escribí para indagar sobre ese acontecimiento. Frolov me contestó desde Moscú el 9 de septiembre de 1991:
Estimado Edgardo:
“…En agosto en nuestro país tuvimos acontecimientos terribles: un golpe de estado, contra el cual actuamos  en las barricadas (todos esos días los pasé allí). Pero a la final no permitimos que el fascismo pasara”.
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 Luego de casi tres lustros  regresé a Moscú. Lo busqué. Estaba en su cubículo con su pipa y todavía era decano (no tenía contrincante). Por supuesto que le pregunté por todos los cambios políticos. Me contestó brevemente pero con mucha seguridad: “Actuamos mal en muchas ocasiones. No había traidores a la patria, sino gente que pensaba distinto a nosotros…”

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Con muchas investigaciones y libros dedicados a la cardiología experimental, en sus últimos años se dedicaba a estudiar la música clásica, el teatro, la literatura y la historia universal. Fundó su propia compañía teatral, a la cual denominó “Hipócrates”. En las festividades con motivo del décimo quinto aniversario de la fundación de nuestra facultad médica, Frolov fue el profesor más celebrado. Le dedicaron poemas y canciones.
Frolov actuó para nosotros en una obra teatral con parlamentos filosóficos. Esas escenificaciones en las tablas se hacían en el mismo anfiteatro sonde solía dictar sus conferencias.

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Al enterarme de su muerte lo evoqué con un ritual muy a la rusa: con una copa de vodka. Me embargó un sentimiento ambiguo entre la tristeza por su partida y la alegría de haber tenido entre mis profesores a este portento de la ciencia médica.
¡Cosas del  tiempo y los años propios que nos hacen ver el pasado con el cristal de la nostalgia!


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Recordaremos siempre a Frolov como el Maestro inigualable en la tribuna de las clases magistrales; el orador sin parangón, cuyo verbo electrizaba a la audiencia estudiantil al transformar lo incomprensible en una  clara y sencilla verdad. Pero también lo recordaremos como el amigo, a quien podíamos recurrir, en un momento difícil, por un consejo esclarecedor con su lógica irrebatible.










sábado, 18 de febrero de 2017

EVOCACIÓN DE LA MICROBIOLOGÍA

EVOCACIÓN DE LA MICROBIOLOGÍA
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Jamás olvidaré los laboratorios de Microbiología de nuestra Facultad de Medicina. Aquellos recintos limpios con microscopios, mecheros, tubos de ensayo y colorantes eran un mundo fascinante que se abría ante nuestros ojos para soñar.
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Teníamos clases con las profesoras Valentina  Stefanovna Girich, Liubov Fiodrovna Levina y Ludmila Karpenko. Eran unas mujeres abnegadas, amantes de la docencia, la cual practicaban con mucha mística. Nos enseñaron las partes del microscopio y su manejo. Con ellas aprendimos  como colorear un portaobjeto con algún material para luego observarlo a través del ocular. En placas de Petri vimos crecer colonias de bacterias para sorpresa de nosotros, neófitos del   micromundo, descubierto por Leeuwenhoek y que  debíamos recorrer como parte de nuestra formación médica. Tras varias clases pudimos ver algunos microbios  inmóviles que alguna vez fueron peligrosos, pero que ahora  llenos de colores hermosos, estaban atrapados en un rectángulo de vidrio que extraíamos de unas cajitas de madera.
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El jefe de la cátedra era Vasili  Sylvestrovich Kiktenko, un hombre alto, calvo y  que con su voz gruesa nos daba las clases magistrales. Como casi todos nuestros profesores participó en la Segunda Guerra Mundial, y el Día de la Victoria (Dien Pobiedi, 9 de mayo de 1945) estaba en los combates de Berlín. Era especialista en leptospirosis y miembro del  Comité Taxonómico Internacional para el estudio de esa bacteria. Dirigió una expedición en el Extremo Oriente, donde descubrió un nuevo serotipo de leptospirosis. Publicó más 200 trabajos científicos y 5 libros de textos.
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Kiktenko era el tipo de investigador que arriesgaba su vida para demostrar sus teorías: una vez se autoinoculó  con material infectado con tularemia o fiebre de los conejos para experimentar en carne propia los síntomas del mal. Creo que era un romántico de la medicina experimental porque en varias ocasiones se refirió a Bogdánov, el médico ruso que murió luego de habérsele transfundido sangre de una persona padecía de malaria y tuberculosis. También habló de Pettenkofer, el científico alemán que bebió cultivos de vibriones de cólera para contrariar a Koch.
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Por las tardes podíamos ver en las canchas de la universidad a Kiktenko en traje deportivo blanco, jugando al tenis. Llamaba la atención sus rápidos movimientos con la raqueta con sus más de setenta años.
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En el examen final tomé al azar el cartón con las preguntas. Me entregaron un preparado, el cual debía colocar bajo el microscopio para identificar la bacteria o microbio que contenía. Estaba muy nervioso pero con el primer vistazo a mi lámina tomé confianza y me alegre.
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Me correspondió rendir el examen al propio Kiktenko. Sabíamos que el desarrollo de la evaluación lo definiría el vidrio que estaba en el microscopio. Esa era la primera pregunta. Le dije que veía glóbulos rojos y blancos, y entre ellos estaban unos microbios alargados con flagelos, que creía eran tripanosomas. Es correcto, me dijo; y luego entablamos una conversación que yo consideré especial para conmigo.
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No fue un trato especial para conmigo solamente; de eso me enteré después. En realidad, Kiktenko trataba con mucho respeto y deferencia a todos sus estudiantes, simples párvulos que soñábamos con obtener un título. Él, que había visto izar la bandera roja de su país sobre el humeante y humillado Reichstag, cuyo simbolismo iba más allá del fin de la Gran Guerra Patria. Él, médico que hizo expediciones para indagar y descubrir microbios, que realizó osados experimentos poniendo en riesgo su propia vida. Que era el “profiesor” con los máximos títulos, medallas y condecoraciones. Que tenía muchos libros y artículos publicados. Él, Kiktenko, nos trataba de tú a tú, para darnos confianza, para ayudarnos, para que creyéramos en nosotros  mismos.
Nuestros profesores eran sabios, humildes y magnánimos. Nos dieron una lección para toda la vida.












domingo, 12 de febrero de 2017

EVOCACIÓN DE LA HISTOLOGÍA

EVOCACIÓN DE LA HISTOLOGÍA
1
Las clases de histología eran muy atractivas. Estudiábamos por un atlas, diseñado por Eliseev, fundador de la cátedra. Observamos por el microscopio y dibujábamos. Elisieev, quien también fue jefe en  histología del Instituto Médico Nro 1, Sechenov,  dirigió la revista “Archivos de anatomía, histología y embriología”. Sus trabajos de investigación tienen que ver con la influencia de los vuelos cósmicos sobre las células.
2
La jefa de la cátedra era Nina Aleksevna Yurina. La mayoría de las clases magistrales estaban a su cargo. Yurina publicó más de 200 trabajos científicos y un manual de histología, empleado en todas las facultades de medicina de la URSS.
3
Las clases prácticas las teníamos con Adel Ivanovna Radostina y  Valentina Remizova.  Radostina era una investigadora con más de cien trabajos científicos publicados. Escribió junto con Yurina el manual de histología y embriología  con el cual estudiábamos con el microscopio. Era muy bondadosa y cariñosa en sus explicaciones. Su humildad contrastaba con sus logros académicos. Tenía un leve defecto en el cuello, el cual se mostraba ladeado. Los estudiantes le dieron el apodo de “Esternocleidomastoideo”,  el músculo del cuello que permite el giro y el movimiento lateral de la cabeza, demostrando agudeza y precisión anatómica, pero también un injusto y mordaz humor para quien sólo nos enseñaba con esmerada paciencia y comprensión. Bueno, eso es lo a uno le parece con el correr del tiempo.
4
Una vez, durante una clase de laboratorio, debíamos precisar y dibujar las partes de un  órgano, mientras Remizova explicaba lo que debíamos ver para llevar al álbum con nuestros lápices de colores. Le dije que no veía con exactitud lo que ella indicaba. Inmediatamente me respondió:
-Hay que fantasear para ubicar y ver lo que se busca.
He tratado de descifrar esa frase a lo largo de los años. Ahora creo entender su significado: la ciencia no puede existir sin el arte; y más pedestremente: uno ve lo que quiere ver. Soñar no cuesta nada.

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jueves, 2 de febrero de 2017

EVOCACIÓN DE LA BIOLOGÍA

EVOCACIÓN DE LA BIOLOGÍA
1
 Una cátedra de la Facultad de Medicina de nuestra universidad era, y aún es, un amplio corredor adornado con retratos de científicos relacionados con la especialidad en cuestión, y carteleras alusivas a la misma. A lo largo del corredor están las aulas, laboratorios y oficinas. La atmósfera silenciosa junto a las imponentes figuras de destacados médicos nos transmitían la sensación de encontrarnos en un templo y eso nos instaba a mantenernos serios y respetuosos. Por ejemplo   la  Cátedra de Biología tiene en lugar destacado un retrato de su fundador, el profesor Fedor Talysin.
2
 Talysin  fue un prestigioso parasitólogo de la Academia de Ciencias Médicas de la URSS que realizó  expediciones en el Cáucaso, Siberia y la India. Publicó   muchos libros y más de ciento cincuenta trabajos científicos.
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La difilobotriosis es una enfermedad humana causada por la tenia de los peces del género Diphyllobothrium . El fundador de nuestra cátedra describió por primera vez uno de esos parásitos, que  lleva su nombre: Diphyllobothrium strictum Talysin.  Este descubrimiento lo hizo en1932 en la Isla Olkhon del Lago Baikal.
3
Las clases prácticas las teníamos con el profesor Vladimir Nakariakov. Estudiábamos genética con un libro de su autoría.  Tenía su laboratorio bien limpio y  él mismo lo ordenaba. Lo vi con instrumentos en la mano reparando algún estante o pintando una pared. Amaba la docencia.Organizaba una biblioteca sobre temas de biología en varios idiomas  y un museo.
4
A Ludmila Karpenko, también profesora de la cátedra, la recuerdo siempre junto a Nakariakov en el cafetín de la facultad. Él se retiraba a una esquina y encendía un cigarrillo mientras tomaba café. En esa época aún se permitía fumar dentro de la facultad, ahora se levantó un galpón en la calle para los fumadores.
5
Nakariakov era un hombre de buen humor. Una vez mientras hablaba de hexápodos, y en general de las patas de los insectos, Bienvenido  Morales, mi buen amigo de Ecuador, le preguntó si siempre esas extremidades insectiles debían ser pares. Inmediatamente Nakariakov le contestó:
-No necesariamente. Si tú le arrancas una pata a unos de esos bichitos, entonces obtendrás  un insecto con extremidades impares.
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Las clases magistrales estaban a cargo del profesor Piejov. Alexander Petrovich Piejov nació en  Ucrania. Era veterinario con un doctorado en   Ciencias Biológicas.  Participó en la segunda guerra mundial. Fue director del Instituto Experimental  de la Academia de Ciencias Médicas de la URSS. En los laboratorios de nuestra universidad investigaba los plásmidos, la estructura genética y molecular de los microorganismos y la resistencia de las bacterias a los medicamentos.
7
Piejov había publicado varios libros de biología, entre ellos un manual que aún se edita. No era raro oírlo hablar de la presentación de sus trabajos en Estados Unidos, Suecia, Inglaterra, Japón y muchos otros países.
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En cada clase Piejov repetía una frase inolvidable: “La Biología es la base de todas las ciencias médicas. La medicina empieza por el estudio de la Biología. Un médico es potencialmente un biólogo”.
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Piejov tenía mucha razón, y no entiendo por qué en nuestras facultades médicas no existe una disciplina como la biología en el primer año de la carrera para hacer un repaso global de los organismos y sus funciones vitales.